Lisboa, 1888 – 1935
Huérfano de padre a los cinco años, pasó su infancia y parte de su juventud en Durbán, África del Sur. El idioma inglés, las obras de Milton, Byron, Keats y Shakespeare, entre otros, fueron el legado de su educación británica. Volvió definitivamente a Lisboa en 1905 y trabajó como corresponsal extranjero en casas comerciales, oficio que mitigó con la composición de una vasta literatura; de esta destaca su producción poética, atribuida a una pléyade de heterónimos como Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares o Ricardo Reis. Fue uno de los primeros difusores de las vanguardias en Portugal, colaborando en las revistas Orpheu, Athena, Ruy Vaz y Presença. A excepción de Sonnets (1918), English poems (1921) y Mensagem (1934), la mayor parte de su obra permaneció inédita, guardada en un baúl que atesoraba multitud de originales. Fernando Pessoa murió a los cuarenta y siete años en el Hospital São Luís dos Franceses, donde había sido internado por las secuelas del alcoholismo.
25 de febrero de 2010
16 de febrero de 2010
El perseguidor
en la correspondencia de Cortázar
Estoy encarnizado con un cuento que no acabo de escribir y que me está dando un trabajo terrible. Su tema es aparentemente muy sencillo: la vida —y sobre todo la muerte— de un músico de jazz. Concretamente se trata de Charlie Parker, que murió hace unos meses en circunstancias bastante horribles. Siempre le tuve mucho cariño, y los datos que pude reunir sobre su vida me dieron ganas de intentar una biografía «ficticia» (cambiando incluso el nombre, pero dejando los indicios suficientes para que todo amateur de jazz se dé enseguida cuenta de que se trata de Parker). Quiero presentarlo como un caso extremo de búsqueda, sin que se sepa exactamente en qué consiste esa búsqueda, pues el primero en no saberlo es él mismo. Ni qué decir que en cierto modo estoy haciendo una transferencia personal, y que mucho de lo que me preocupa irá a la cuenta del personaje. No sé cómo terminará esto; hasta ahora hay unas treinta páginas escritas, y hará falta otro tanto.
Carta a Jean Barnabé incluída en Cartas 1937-1983,
Alfaguara, 2002.
© Fotografía: Alberto Jonquières
Estoy encarnizado con un cuento que no acabo de escribir y que me está dando un trabajo terrible. Su tema es aparentemente muy sencillo: la vida —y sobre todo la muerte— de un músico de jazz. Concretamente se trata de Charlie Parker, que murió hace unos meses en circunstancias bastante horribles. Siempre le tuve mucho cariño, y los datos que pude reunir sobre su vida me dieron ganas de intentar una biografía «ficticia» (cambiando incluso el nombre, pero dejando los indicios suficientes para que todo amateur de jazz se dé enseguida cuenta de que se trata de Parker). Quiero presentarlo como un caso extremo de búsqueda, sin que se sepa exactamente en qué consiste esa búsqueda, pues el primero en no saberlo es él mismo. Ni qué decir que en cierto modo estoy haciendo una transferencia personal, y que mucho de lo que me preocupa irá a la cuenta del personaje. No sé cómo terminará esto; hasta ahora hay unas treinta páginas escritas, y hará falta otro tanto.
Carta a Jean Barnabé incluída en Cartas 1937-1983,
Alfaguara, 2002.
© Fotografía: Alberto Jonquières