4 de septiembre de 2014

Edward Gorey

Boston, 1925 - Cape Cod, 2000














A los tres años y medio aprendió solo a leer; a los cinco leyó Drácula, a los siete Frankenstein y a los ocho todas las novelas de Victor Hugo.
Hizo los estudios primarios (era tan precoz que se saltó el primer año y el quinto) en la escuela activa Frances W. Parker, donde tuvo un buen profesor de dibujo. Al terminar la enseñanza secundaria asistió un semestre al Art Institute de Chicago.
En 1946, después de hacer como oficinista el servicio militar en una base del Ejército de los Estados Unidos (en el desierto de Utah), entró en Harvard, donde estudió francés y compartió habitación durante dos años con Frank O'Hara, que llegaría a ser el más célebre poeta de la Escuela de Nueva York. Desde el comienzo llamó la atención por su aspecto y por sus excentricidades. Era muy alto, llevaba el flequillo aplastado sobre la frente como un emperador romano, los dedos cargados de anillos y tenía una manera histriónica de hablar. Una amiga lo recuerda con las uñas de los pies pintadas de verde caminando descalzo por la calle.
Entre él y O'Hara, dandis extravagantes del campus, decoraron la habitación con muebles blancos de jardín y usaron una lápida de un cementerio cercano como tapa de la mesa.
A fines de los años 40, apoyados por algunos profesores de la facultad y con otros jóvenes como ellos formaron el Poets' Theater de Cambridge. Unos escribían, otros actuaban y Gorey hacía los decorados.
En 1953 se mudó a Nueva York y empezó a trabajar en la editorial Doubleday como diseñador de portadas para las reediciones de clásicos modernos: Kafka, Proust, Conrad, Gógol, e ilustrador de libros de autores tan diversos como Edward Lear, T. S. Eliot, Beckett, Virginia Woolf, Dickens, Wells, Updike. Ese año escribió, ilustró y publicó su primera obra, The Unstrung Harp.
Al principio no encontró muchos lectores. Seis editores sucesivos lo aceptaron y lo abandonaron. Decidió entonces crear su propio sello, Fantod Press, y hacer ediciones artesanales de los libros que otros no estaban dispuestos a publicar.
En 1967 Andreas Brown, gran admirador de Gorey, compró Gotham Book Mart, legendaria librería neoyorquina de Frances Seloff, y desde allí empezó a difundir su obra. No solo vendía sus libros, almanaques, pósters y objetos: le organizaba firmas y exposiciones, y le llegó a editar quince libros.
Entre 1956 y 1979, vestido con un largo abrigo de piel de mapache, zapatillas de tenis, una gruesa bufanda y un collar, asistió a todas las funciones y a muchos de los ensayos del New York City Ballet. Admiraba profundamente las ideas del coreógrafo de origen ruso George Balanchine. En 1983, privado de su principal interés cultural, decidió irse de Nueva York.
Se instaló en Cape Cod, primero en Barnstable, en la casa de unos primos donde ya había pasado algunas temporadas, y después, definitivamente, en Yarmouth Port, en una casona de dos siglos que llenó de libros, películas, muñecos, gatos (que adoraba) y objetos esféricos. Allí vivió solo hasta el final, sin dejar de escribir y dibujar y crear títeres y marionetas para pequeños teatros de la zona. Publicó en vida más de cien libros y dejó otros setenta escritos pero sin ilustrar. Quienes lo conocieron lo describen como una persona extremadamente inteligente, culta y afable. 

Texto: Marcial Souto

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