2 de abril de 2014

El murciélago dorado

Edward Gorey

















De mirar pájaros muertos a primera bailarina.



















El murciélago dorado, uno de los libros más justamente famosos de Edward Gorey, sigue la breve y trágica vida de Maudie Splaytoe, descubierta con cinco años por madame Trepidovska, forjada con cien mil pliés en la barra, pulida en las provincias, aclamada en todas las capitales de Europa, colmada de lujos por un barón pero devota casi religiosa de la Danza, que alcanza la apoteosis con su inmortal papel en La chauve-souris dorée



















Con ilustraciones de exquisita precisión, Edward Gorey recrea el ambiente del ballet en los años veinte, los salones elegantes de los empresarios y las habitaciones inhóspitas de los artistas, las rivalidades y la gloria.




Edward Gorey (1925-2000), además de escribir e ilustrar más de cien pequeños libros cuyas primeras ediciones son ahora buscadas por coleccionistas y pagadas a precio de oro, fue un admirador fanático del New York City Ballet de George Balanchine, a quien consideraba «el mayor genio viviente de las artes». Durante veinticinco años, entre 1957 y 1982, no se perdió ni una sola función del grupo, y al morir Balanchine se fue de Nueva York. El murciélago dorado (1966), dedicado a Diana Adams, su bailarina favorita, es su homenaje a ese mundo.


















Edward Gorey tenía un extraño humor. Así describe el montaje que hizo de su propia obra. «Soy un desastre para los repartos. Cuando hicimos El murciélago dorado decidí que interpretara el papel de Maudie Splaytoe, la bailarina, un joven negro que medía uno noventa. Estuvo divertidísimo».




Elephant House, la casa de Cape Cod donde vivió desde 1983, es ahora un museo donde se exhiben muchos de sus numerosos libros y objetos artísticos. Una de las piezas más valiosas es el abrigo largo de mapache que aparece en muchos de sus dibujos y con el que solía asistir a las funciones de ballet.


















Traducción: Marcial Souto


Tamaño: 15 x 13 cm; 64 pp. Cartoné con sobrecubierta; ISBN: 978-84-9416-452-1

La leyenda del Santo Bebedor

Joseph Roth
















Pablo Auladell (Ilustraciones)



«Pero por lo que se refiere al otro, era un bebedor, o mejor dicho, un borracho. Se llamaba Andreas. Y, como muchos bebedores, vivía del azar. Hacía tiempo que no poseía doscientos francos juntos. Y quizás porque ya hacía mucho tiempo de ello, sacó un trozo de papel y el troncho de un lápiz y, a la tenue luz de una de las escasas farolas bajo uno de los puentes, apuntó la dirección de santa Teresita y la suma de doscientos francos que, desde aquella hora, le adeudaba». 




















Bajo los puentes del Sena acampa el clochard Andreas Kartak, originario, como Roth, de los confines orientales del Imperio austrohúngaro. Será allí, en las escalinatas de piedra de uno de esos puentes, donde el azar cambiará por completo su vida cuando un caballero de edad madura y bien trajeado le ofrece doscientos francos para salir de la indigencia.





















Su conciencia y honradez le impiden aceptar el dinero porque intuye que jamás podrá devolverlo. Solo la condición de restituirlos a santa Teresita de Lisieux de la iglesia de Sainte Marie des Batignolles le hará cambiar de opinión.





















El relato narra un mito urbano que se escuchaba en las tabernas parisinas de entonces, reelaborado con las mentiras que el propio Roth contaba sobre su propia vida. Es, en definitiva, la crónica íntima de un deseo, la restitución del dinero, y la imposibilidad de cumplirlo, cuando el vino, la absenta y los encuentros casuales con mujeres y viejos amigos lo impiden. La leyenda del Santo Bebedor es considerado el testamento narrativo de Joseph Roth, una parábola perversa que recoge aquella máxima del autor cuando afirmaba: «Todas las buenas ideas me vienen bebiendo».



Esta obra ha sido publicada con una
subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
para su préstamo público en Bibliotecas Públicas, de acuerdo
con lo previsto en el artículo 37.2 de la Ley de 
Propiedad Intelectual.




Traducción: Michael Faber-Kaiser


Tamaño: 16,5 x 24 cm; 72 pp. Cartoné con sobrecubierta; ISBN:978-84-9416-456-9
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Joseph Roth

Brody, 1894 - París, 1939 














En una sencilla tumba del cementerio Thiais puede leerse un austero y granítico texto: «Escritor austríaco, muerto en París en el exilio». Allí descansa Joseph Roth, uno de los más grandes autores centroeuropeos de la primera mitad del siglo XX. Nacido en la región de Galitzia, actual Ucrania, en el seno de una familia judía, sufrió la «pérdida de la patria» desde su niñez. Hijo único, fue criado por su madre cuando su padre abandonó a la familia unos meses antes del nacimiento de Joseph. Su infancia transcurrió en medio de un constante deambular entre las casas de parientes. Durante la Primera Guerra Mundial se alistó en el ejército como voluntario. La posterior caída del Imperio de los Habsburgo provocó su exilio. Encontró refugio en Berlín, donde trabajó como periodista en el Frankfurter Zeitung. Siendo corresponsal de este periódico, viajó por las principales capitales europeas. En ese momento se convirtió al catolicismo por fidelidad al Imperio austrohúngaro, al que —pese a su desaparición— siguió considerando «la única patria que he tenido». En Alemania, la llegada del nazismo al poder forzó su peregrinaje una vez más: primero se instaló en Viena y finalmente en París. Allí malvivió en hoteles, y se dedicó a escribir en las mesas de los cafés hasta su muerte consumido por el alcohol y el delirium tremens. A su intensa actividad periodística hay que sumar una fértil obra literaria entre la que destacan sus novelas Hotel Savoy, Fuga sin fin, Job, La marcha Radetzky y La leyenda del Santo Bebedor, obra póstuma y su mejor legado literario. 

Pablo Auladell

Alicante, 1972














Tras licenciarse en filología inglesa por la Universidad de Alicante, comienza su virtuosa carrera en el mundo del arte. Compagina sus trabajos de ilustrador editorial con la creación de cómics. Por su labor es merecedor de numerosos galardones, entre los que destacan el Premio a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles por Peiter, Peter y Peer y otros cuentos de Hans Christian Andersen, otorgado por el Ministerio de Cultura de España en 2005, y el Premio Autor Revelación en el Salón del Cómic de Barcelona en 2006, por La Torre Blanca. Docente en el Master Ars in Fabula y la AIF Summer School de Macerata (Italia), ha ilustrado más de treinta álbumes, novelas y cómics, y su obra ha sido expuesta en Madrid, Barcelona, Ravena, Bolonia y Ginebra. En La leyenda del Santo Bebedor, Auladell despliega su imaginario gráfico y narrativo con una puesta en escena reflexiva para recrear el París de entreguerras, escenario por el que deambula su protagonista y sus singulares acompañantes. Son imágenes estimulantes que evocan tanto a los maestros del expresionismo alemán como a los pintores que se refugiaban en el Montparnasse bohemio de los Années Folles