16 de octubre de 2013

Italo Calvino

Santiago de las Vegas, Cuba, 1923 - Siena, Italia, 1985












De Italo Calvino dijo Cesare Pavese que era una «ardilla de la pluma». El lector familiarizado con sus fantasías barrocas y desbordantes, cómplice a veces incómodo, bien puede compartir esa definición abierta. El Calvino que hizo famoso a Calvino, que comienza en El vizconde demediado (1952) y termina en los ensayos recopilados bajo el título de Lecciones americanas (1985), tiene precedente en el joven escritor que en la década de los cuarenta se adscribía al neorrealismo. En 1957, Calvino afirmó que ya no podía escribir novelas de tipo tradicional porque «nosotros miramos el mundo mientras vamos cayendo por el hueco de una escalera». Sentenció que «la memoria de la imaginación es también una memoria», haciendo así profesión de fe del oficio creador. Calvino participó de forma activa en el debate político de su país, fue miembro de las organizaciones partisanas, con las que intervino en acciones de guerra; a esta experiencia dedicó El sendero de los nidos de araña, el más bello ejemplo de literatura de la resistencia. Las obras que lo hicieron célebre en todo el mundo son El barón rampante, El caballero inexistente, Las cosmicómicas, Las ciudades invisibles y Marcovaldo. «¿Libro para niños? ¿Libro para jóvenes? ¿Libro para adultos? Hemos visto cómo estos planos se enlazan de continuo». Calvino destaca como patrón de una ética lúcida y refinada, transformada en textos, y el efecto es milagroso. Su literatura es considerada un tesoro cultural en Italia.

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